Saturday, November 8, 2008

Communist jokes

Among the other former communist countries, the Czech Republic was always considered the "wonder kid" in terms of solving the problems of the communist past. The process of "lustrace" started early '90s , at a large scale, never reached by other countries from the area. Lists of former collaborators of the Czech secret services StB were published and many public personalities needed to make two steps behind. The mechanism is quite simple: someone who accepted once the dirty compromise of betraying another individual - in some cases including close relatives, wife, husband, parents, children etc. - lost the right to express on public matters. Communism made use of all the human weaknesses in order to have as much as possible the perfect control of mind and bodies. The assumption from the lustrace law is right, the problem is who is in the position to judge and what are the criteria of the judgment. On the other side, you cannot build a normal society with corrupted people. Perhaps those who never lived in communism could behave similarly faced with the perspective of losing the personal freedom. But, by now, they never been faced with such a choice so, at least, they don't have to think permanently about their weaknesses and the compromises. Milan Kundera was considered a role-model for those who never accepted the communism. He wrote wonderfully about the human weaknesses and the cynicism of the "brave citizens" of the communist world. Recently, he was accused of denouncing a Western spy to the communist authorities half a century ago. Fellow writers showed their solidarity and he denied the accusations, even he never entered the details of the story in itself. Former Czech president Vaclav Havel is the last from a long list of Kundera's supporters. We aren't fully aware of understanding - even we know quite in detail - the enormous joke of communism yet. And "a joke's a very serious think".



Dos mensajes sobre Kundera

VÁCLAV HAVEL 06/11/2008, El Pais

Yo también recuerdo la época. Recuerdo el ambiente de entonces. Es difícil de explicar. Si miro al pasado, no lo comprendo y a veces hasta me asombro de mí mismo y me pongo colorado. ¿Cómo podía, por ejemplo, usar el término "literatura socialista", si debía de saber que era una tontería, que no existe literatura socialista ni capitalista, ni puede existir? ¿Cómo podía decir en público cosas diferentes a las que pensaba?

Precisamente ayer, fui a ver la película Tobruk, y me hice la misma pregunta por enésima vez: ¿habría resistido la verdadera lucha? Y en la cárcel me preguntaba a mí mismo muchas veces: ¿qué les habrías dicho y revelado si te hubieran torturado físicamente? Y, por otra parte: ¿qué pensarán los jóvenes historiadores cuando encuentren un apunte donde diga que denuncié a un prisionero? Podría explicarles que ese hombre quería suicidarse y que yo no podía hacer otra cosa para salvarlo que eso, y ellos comprenderán y me admirarán. Mi complicada aclaración adicional quedará, sin embargo, siempre agazapada en un lugar oculto, tras la terrible noticia original sobre mi traición.

Está claro lo que quiero decir: aunque Milan Kundera hubiera ido a la policía a denunciar a un espía, lo cual, en mi opinión no sucedió, hay que intentar -al menos intentar- verlo con el prisma de la época. Uno no tiene que ser un comunista acalorado o un fanático para hacer algo de buena fe, pensando que con eso allana el camino hacia un mundo mejor. Bastaba con dudar de que no fuera una trampa preparada para él o para sus próximos, o incluso estar "casi seguro" de ello. Bastaba con pensar que si no era el héroe de Tobruk simplemente se dijo: ¿por qué debería dejarme cerrar en un campo de concentración durante diez años por "saber y no decirlo"? Los campos de concentración pertenecen a los héroes, no a mí. Digo todo esto, repito, por si hubiera ocurrido lo que dicen los historiadores jóvenes. Yo, por mi parte, tengo bastantes razones materiales para pensar que Milan Kundera no fue de repente a la comisaría de la policía nacional (SNB) a decir que alguien le había dicho que otra persona le había dicho que a un lugar tal y tal llegaría un espía para recoger una maleta. Creo que no sucedió de un modo tan tonto, ni pudo suceder. Sea como sea, una cosa es evidente: Milan Kundera, ya mayor, estaba inmerso en un mundo completamente kunderiano, del que sabía distanciarse -como persona física- durante años. ¿Qué significa entonces? Para mí, entre otras cosas, lo siguiente: antes de meternos con cualquier cosa, debemos valorar qué puede surgir de ello y si se corresponde con nuestro carácter. Si el protagonista de este suceso fuera un desconocido, y no un escritor de fama internacional, el caso habría pasado inadvertido. En otras palabras: es arriesgado escribir bien y hacerse famoso. Por otra parte, de vez en cuando hay que arriesgarse. Para el bien común. Si la obra de Kundera no existiera, el mundo estaría mucho peor. Pero Milan Kundera estaría hoy -el 16 de octubre de 2008- mucho mejor. Al menos estaría como ese desconocido.

Para terminar, sólo dos mensajes:

1) Jóvenes historiadores, por favor, ¡cuidado a la hora de valorar la historia! Porque, al igual que nuestros abuelos, de buena fe podéis hacer más daño que bien.

2) Milan, ¡ánimo! Un hombre como usted sabe que en su peregrinación por la vida se encuentra con cosas peores que la profanación en la prensa.



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